viernes, 25 de julio de 2014

Palabras Vertebrales, la columna de Marcelo J. Silvera: 25 de julio - No habrá ninguna igual



Me voy a adelantar en el calendario. Saltar una hoja. Y arrancar el número del taco anual un día antes. La de mañana, 26 de julio, es una fecha muy importante para la revolución argentina y para la de la Patria Grande.
No podría solamente destacar un hecho histórico, quiero celebrar varios que están unidos por la fecha y mucho más.

El 26 de julio de 1822 San Martín y Bolívar se entrevistan en Guayaquil y pese al boicot porteño, la emancipación de América continúa con sus libertadores.

También en 26 de julio, en 1949, Eva Perón inaugura la Primera Asamblea Nacional del Movimiento Femenino Peronista, tan importante para el avance de la sociedad y las mujeres que uno de sus resultados es que hoy tengamos una Presidenta, y con los ovarios que tiene la nuestra.

En 1953, 26 de julio claro, más de un centenar de jóvenes cubanos liderados por Fidel Castro asaltan el Cuartel Moncada. No se pudo derrocar a Fulgencio Batista ese día, pero fue el comienzo de la lucha que acabaría el 1 de enero de 1959, cuando el Movimiento 26 de Julio entrara triunfante en la ciudad de La Habana con Fidel y el Che a la cabeza, dando comienzo a la revolución cubana. Por aquel 26 de julio hoy los hermanos cubanos celebran el Día de la Rebeldía Nacional.

En 1942 muere Roberto Arlt dejando un legado enorme a la literatura nacional y todos los que la ensayamos.

En 1952 Evita pasa a ser leyenda. La figura femenina más importante en nuestra historia, activa impulsora y celosa guardiana de la revolución justicialista.
Y en ese mismo día, cuando América lloraba la partida de Evita, en Treinta y Tres, localidad uruguaya, una nueva vida lloraba como todos al llegar al mundo, ese mismo día nacía mi viejo. Pero no voy a hablarles de él, sino de ella.
En un país que gustó más de ser gobernado por la oligarquía que por proyectos populares, una mina humilde, linda y encima artista era un horror. Adorada y hasta idolatrada por los humildes y las clases trabajadoras, temida y odiada hasta la exasperación por los oportunistas y dueños de los privilegios. Evita se puso el traje de capitana y se paró en el frente de batalla, ganando una guerra que hacía décadas venían perdiendo los pobres.
Su nombre, se me antoja, no es casual. La primera gran mujer argentina, aunque ese título será discutido seguramente por los escritores de la historia oficial, por los negadores. Madre de generaciones es Eva.
Eva fue mucho más que la impulsora del voto femenino y la Fundación que llevó su nombre. “Yo no dejé nunca el alma que traje de la calle”, escribió. Cuando alguien conoce la pobreza en carne propia, sabe qué se necesita para combatirla, y cuando no se deja encantar por los cantos de sirenas de la oligarquía y permanece leal a sus orígenes cumple con su misión. Eva fue eso, una incansable luchadora, en la vida y la política. Eva es el fuego, la llama alta, el carbón siempre encendido de la rebeldía.

Perón hablaba de “esa mujer inigualable”. Es cierto. No habrá ninguna igual, no habrá ninguna...

Marcelo J. Silvera

(c) Permitida la reproducción citando la fuente: (texto y link) Radio Regional 105.7 - www.radioregionalatilra.com

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